tag:blogger.com,1999:blog-74181676747152075762024-02-08T09:27:27.806-08:00(dara escribe un bosque)(dara escribe un bosque)Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.comBlogger42125tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-8630143171581106762017-10-28T12:09:00.003-07:002017-10-28T12:09:49.239-07:00
<div align="JUSTIFY" style="margin-bottom: 0cm;">
Tiene el pan en la boca.
La leche, la naranja: un peso tierno sobre la lengua. Bebe con la
distancia del día que termina, de la luz que ha declinado tras los
montes, tras el pasto reverdecido, húmedo. Bebe como el animal que
ha sido bendecido por una muchacha rubia. Una muchacha que corre en
la memoria, de pies pequeños, de manos blancas, tanta blancura en
las manos, en las mejillas lívidas, en esos labios que, una vez,
también comieron pan y leche y confitura. Esos labios adorados. Sus
pies pequeños, livianos, trotando por los pastizales. Huyendo de su
llamada fúnebre. De su risa ronca, potente: voz de las montañas.
¿Se acuerda de él, la muchacha? ¿Recuerda la ternura del pan, el
olor tibio de la naranja sobre la mesa, los gajos envueltos en un
paño, en un pañuelo de niño? Qué recordará, se pregunta, allá
donde esté ahora, aquella muchacha, aquella niña de cabello claro,
niña gacela que trota, que pasta, que come con manos golosas las
pequeñas bayas, las primeras setas del otoño. Él se lo pregunta.
En esa quietud de la tarde casi noche, en esa levedad de la luz, tan
leve que apenas se sostiene, apenas le deja ver el vaso, las mondas
lisas de la naranja, el cuchillo que corta la mano y cae, cae al
suelo de repente, se clava indolente en la madera.
</div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-79044229388028413042017-10-24T13:48:00.000-07:002017-10-24T14:12:31.563-07:00Diario I<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
He visto las montañas azules. He
tendido mis manos, mis ojos hacia ellas. Mi mirada escrutadora. El
tacto de la muchacha que aprende, que memoriza el color de la hoja,
este otoño hermoso que se extiende por los prados. Cuántos otoños
he vivido. Cuántos años con el paisaje ante mis manos. Las manitas
pequeñas de una niña. La nervadura de mis venas. El azul que
serpentea y palidece. ¿Alguna vez te has mirado las palmas? Tengo
dedos que aletean. Brazos que me elevan sobre las multitudes, sobre
los árboles dorados, tiernos, de ramas largas y ondulantes. Me
llevan hasta la colina, me alzan, una montaña que crece, una lengua
de tierra, de roca, el risco afilado de la cumbre. ¿Podrías oírme,
si gritara desde la cima? ¿Me oiría el río, el ave, el caballo que
pasta en la llanura? O me comería la voz este viento vivo, este
otoño vivo, este deseo que enmudece. Quiero escribir, pronuncio.
Quiero la escritura como a un amante de piel elástica. Quiero que la
montaña me tienda sus senderos, abra para mí sus cuevas. Aquí se
guardan los secretos, me dice. Aquí nace el manantial que será río.
Bebe, muchacha. Bebe y que el azul se extienda, que la voz se eleve:
un deseo concedido.
</div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-64115104145786769962016-09-07T13:28:00.000-07:002016-09-07T13:28:46.596-07:00<div style="text-align: justify;">
Tengo las mejillas rojas de las muchachas saciadas. En la distancia, un hombre menciona a una mujer desconocida. Señala la plenitud de la carne, la blancura cremosa de los muslos. El deseo prolongado de tenerla. Un hombre, digo, al que conozco poco, un hombre que ha vivido una vida ordenada, hermosa en su sencillez. Imagina a la mujer con su cabello largo. Con sus dedos agitados, turbios: la mano ordena al sexo que se muestre. Ella piensa en su mirada. No sobre en el sexo, en el cuerpo blanco, pleno, erizado ya por el deseo, sino más allá, una mirada de una lejanía impropia, tal vez nueva incluso para él. Lo imagina pensando en ella como en una mujer. En su día cotidiano, tranquilo, donde él la piensa a veces descuidadamente. Lo imagina allí, ella que tiene las mejillas saciadas, que ha sido atravesada limpiamente, lo imagina como niño o como planta, como hiedra que trepa por el muro de la casa. Sólo le interesa en ese estado alejado del deseo. Su vida de pasos suaves, la voz a veces alzada, diáfana, voz casi de mujer o de caricia. Sólo entonces toma él forma ante sus ojos, toma nombre y temblor junto a su pecho. Le dice que se quede quieto. <i>Déjame mirarte</i>, le pide. Una súplica indolora. Un deseo diluido ya en el tiempo, casi mudo, pero que brota a veces como un río a sus espaldas. La baña. Me baña. Esta mujer desconocida que sólo existe en tu palabra. </div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-72565848390882962016-07-03T19:37:00.000-07:002016-07-17T16:11:50.149-07:00<div style="text-align: justify;">
<br />
Poseo todavía la juventud. Un tajo y el cabello cae: el verano me acaricia los hombros. He contemplado tus manos vestida de domingo; te he contemplado, quieta, entregada a la rectitud. Tus manos grandes, digo, imaginadas largo rato, memorizadas como se aprende aquello que será irremediablemente arrebatado. Hay en mí una nueva animalidad, feroz. Un deseo que se relame. Tengo las piernas blancas de las muchachas hostiles. Los pasos alados del pájaro joven e inexperto. Cómo rodearte, cómo acceder a la caricia. Mi cuerpo como ofrenda ante tus ojos. Una transacción sencilla: el cuerpo por las manos. El tacto como una sanación. Tú, que todo lo sabes de la carne. Qué no sabrán tus manos, me pregunto.</div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-18954374904168166192016-05-06T10:24:00.000-07:002016-05-06T10:29:42.056-07:00<div style="text-align: justify;">
Hay pan sobre la mesa. Un zorro pequeño, pardo, atravesando las colinas con su paso veloz y apresurado. Verás cuando llegue el tiempo de la caza. Verás, me dijo el hombre, cuando alguien acaricie su lomo con dedos sucios. Deseo que me visite en sueños. Este zorro, cuando paseo por las colinas, cuando mi paso es también veloz pero sin prisa, veloz porque las piernas de gacela, el cuerpo de gacela ordena; este zorro, digo, se me aparece. Me señala la floración de los ciruelos. Las cintas blancas prendidas de las ramas como bracitos delgados. <i>Comerás y beberás</i>, me dice. Comerás con tu boca de muchacha, con tu boca rosa de muchacha muda, y nadie vendrá para llevarte a casa. Comerás en este campo hasta saciarte, y llegará la caza, las estaciones, el verano con su luz extraordinaria y viva -<i>¿has visto, has visto cómo brilla ese relámpago?</i>-, y no habrás hecho otra cosa que comer, comer con tu boca de muchacha rosa, con tus dientecillos pequeños, pálidos, flores de azahar sobre la lengua. Yo me inclino ante su sabiduría. En el sueño, desnuda, húmeda de sudor violento, me inclino ante su hocico negro, ante su cola. Deja que te acaricie. Deja que te alimente con mis propias manos. Le pido que me revele el misterio de los senderos. Él, que todo lo sabe, que vive en una madriguera, que ve la noche con sus ojos mates. Revélame lo que yo, muchacha muda, muchacha rosa, muchacha devoradora de lirios y ciruelas, irremediablemente desconozco. Si la muerte está a punto de atraparme. Si esto que me trepa es arena movediza. Si el pan se pudrirá antes de tocarlo. Tú, que sabes como saben las bestias, que te alimentas de alimañas, de ratones pequeños, acógeme en tu seno. Ábreme tu madriguera. Ábreme los ojos a la noche y a los campos. </div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-49169786026884024692016-01-21T08:55:00.001-08:002016-01-25T15:27:17.240-08:00<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>–Pero no le pediremos tanto, ¿verdad que
no?
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="mso-spacerun: yes;"></span>Los mellizos se ocupaban de la galería. Las
sábanas eran aireadas en el jardín. Los colchones se sacudían con esmero. Las
polillas nocturnas caían muertas a sus pies, se deshacían en un polvillo blanco
y venenoso. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">También nosotros nos
desharemos, algún día</i>, decía Klara. Béla contemplaba entonces a su hermana;
se la habían arrebatado, le habían quitado las mañanas con ella, las noches.
¿Le gustaba su nueva situación? Aquel lecho único, carnal, recogía todos los
vapores de sus cuerpos. Bajo sus camisones, las niñas ocultaban sus senos, sus
vientres, sus caderas pálidas y lisas. El sudor les perlaba la frente y las
axilas. Una noche, Béla las contempló mientras dormían. Sólo Klara poseía la
elegancia innata de la ninfa. Ada era voluptuosa. Leonora, transfigurada, se
sacudía dominada por sus sueños. Ambas habían sido alcanzadas por la
enfermedad: eran demasiado mayores. Sólo los mellizos y el pequeño Misha se
sostenían en equilibrio sobre la inocencia de la carne. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Aprecio tus esfuerzos, hermana querida, pero es demasiado tarde. El
deseo ha sido inoculado. </i><br />
<br />
<br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">(descarte de Los niños celestes) </i></div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-73679863381237832622016-01-02T10:26:00.002-08:002016-01-25T15:27:17.244-08:00<div style="text-align: justify;">
Pero la nieve se resistía. Su
blancura conmovía a los habitantes de la casa. Leonora la sostenía entre sus manos,
la acariciaba con lentitud, deslizándola sobre sus mejillas como un llanto
silencioso. Béla posaba los dedos sobre sus párpados. Klara lamía el borde de
sus labios. De la nieve extraían el dominio de las cosas, la sabiduría. Eran
criaturas invernales. Cuando nacieron, las calles y los caminos estaban
cubiertos. La madre los señaló y marcó el destino de los hermanos: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">estos niños serán hijos del invierno. Serán
pálidos y azules</i>, y así lo fueron. Leonora enfermaría cada primero de junio.
La fiebre se extendería a lo largo de una semana; después convalecería hasta el
otoño. Su debilidad sería latente, seria, algunos días la alejaría del piano y
de la casa. Por eso celebró la crudeza del invierno. La nieve, dura, sostenía
el peso de sus botas. Los mellizos se la llevaban a la boca. Misha se tendía
sobre ella, la amasaba suavemente con los dedos. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En el cuaderno las notas adquirieron nuevas
direcciones. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La nieve será el lecho del
durmiente. Será alimento y saciará la sed de los hermanos. La nieve</i>, y la
caligrafía se expandía, dominadora, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">habrá
de penetrar en la muchacha.
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i></i></div>
<br />
<br />
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">(</i><span style="mso-bidi-font-style: normal;">descarte de </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los niños celestes) </i></i>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-74457416106881986162015-09-29T07:36:00.000-07:002015-09-29T07:43:18.959-07:00<div class="MsoNormal">
Peino mis cabellos con pulcritud, </div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
ordenadamente </div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
tomo entre mis manos las cerezas.<br />
<span style="color: white;">. </span></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
Mi trenza es una soga es un hilillo<br />
que se extiende, </div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
mi trenza, pálida y hostil sobre mi pecho.<br />
<span style="color: white;">. </span></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
Tú me dabas las cerezas de tu boca. </div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
Tú me alimentabas como al animal,</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
decías <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bebe</i> y yo
bebía</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
yo comía de esta carne perniciosa</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
de esta piel que es un sudario</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
sobre el cuerpo.<br />
<span style="color: white;">. </span></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
Ahora,</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
un cabello me cercena la garganta.</div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-1292572337729645262015-09-09T16:21:00.002-07:002015-09-09T16:26:20.965-07:00<br />
Soy una cierva blanca<br />
con el vientre lleno de flores.<br />
<br />
<br />
<span style="color: white;">. </span>Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-83840494277713753482015-04-21T12:50:00.000-07:002015-04-21T17:20:02.500-07:00<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
El invierno había adquirido una presencia sólida en la casa. La escarcha formaba flores quebradizas en los cristales. Los fuegos estaban apagados. Sobre la cama de la galería, hecha con pulcritud, los insectos erigían altares a sus dioses. Allí las polillas se alimentaban de las almohadas. Arañas diminutas se prendían del cabecero de hierro, hilando sus madejas sobre las sábanas. <i>Nadie dormirá en la cama de la galería</i>, se había escrito en el cuaderno. Pero Leonora rezaba junto a ella sus plegarias. Con un fervor desconocido, alzaba la vista hacia la oscuridad naciente. En aquella hora el frío se volvía mortuorio. El jardín helado la acompañaba. Desnuda, erguida nuevamente, atravesó la quietud salvaje de las flores.</div>
-Madre querida - pronunció - no te tengo miedo. <br />
<br />Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-33101466995968657872015-03-11T17:05:00.003-07:002015-09-09T16:22:35.806-07:00<br />
Alcanzo a oír el grito de la loba.<br />
<br />
Un eco que sacude las montañas,<br />
limpio<br />
misericordioso.<br />
<br />
Un alud que se demora sobre mi cuerpo.<br />
<br />Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-24340670538284481762015-02-22T15:03:00.001-08:002015-03-09T08:31:52.943-07:00<div style="text-align: justify;">
Hoy he visto arder el monte. He visto el
fuego en los ojos del cordero. Su calidez ha sido mi calidez; una
lengua sobre el cuerpo. <i>Te cubriré la frente con cenizas</i>, me dijo aquella vez, y yo pensé en los prados en verano, en los cerezos, vi a los pájaros morirse en la arboleda. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
He
visto arder el bosque, digo. He visto correr al corzo, atravesar las
carreteras, los viñedos, entrar en las casas de los hombres. Allí han
bebido y han comido. Les dimos veneno y ellos mordieron nuestros dedos.
Les dimos veneno para que se fueran. ¿Acaso lo hicieron? ¿Acaso
abandonaron nuestro sueño?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
He
soñado. Puedo revelar y revelo todos estos datos: algo de lo que he
escrito aquí es cierto. He visto arder el monte esta mañana. Yo estaba
desnuda. Tenía la boca seca, los pechos secos, el pelo limpio. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-35814378751985315602015-02-02T06:07:00.000-08:002015-04-21T12:54:25.364-07:00<div style="text-align: justify;">
Había en la casa una habitación para las bestias. Para la caza del padre, que tiempo atrás había disfrutado abrillantando su fusil, las botas ahora abandonadas a su suerte. Era un cuarto hecho a la medida de Leonora. Un sepulcro de animales silenciosos, frágiles, retenidos para siempre en una extraña rigidez, una ausencia de la vida que asolaba sus miradas. Leonora disfrutaba acariciándolos. Palpaba aquella carne desecada, inerte, las pieles y las plumas de las aves, y algo se erizaba en su memoria. De niña los había bautizado. Se había confesado ante la sólida presencia del zorro y de los cuervos, hincadas las rodillas en el suelo. Ahora las criaturas la observaban. Entregadas al polvo y a la luz, se sostenían solas, alimentándose del tiempo transcurrido, del paso inevitable de los años. </div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-40030287795957334642015-01-18T09:34:00.002-08:002015-02-02T07:04:27.980-08:00<div style="text-align: justify;">
Es una criatura bellísima. Un muchacho rubio, dócil, prendido del pezón oscuro de la hembra. Mírenlo, ahí tendido entre las patas, miren cómo se parece a los terneros. Tiene el espinazo al descubierto. La piel es blanca, suave, el vello se le eriza levemente. Pronto será un objeto de deseo. La madre lo señalará, le peinará el cabello con los dedos. Posará el rostro sobre su vientre. También el padre deseará a este niño que descansa oculto de la vista. Deseará el cuerpo, las manos, los dedos delgados que se aferran a las ubres. El niño todavía no lo sabe. Desconoce el deseo que despierta, la belleza, desconoce la franqueza de la mirada. De los ojos grises. Los mismos ojos grises de la hermana. </div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-30173735033886027452014-12-19T10:56:00.002-08:002015-02-02T06:20:08.097-08:00<div style="text-align: justify;">
<br />
<span lang="ES-TRAD">Yo soñaba con la casa.
Con mi infancia frágil, triste, con mis ocho años en la escuela. Una vez mi
padre me golpeó con una vara. Me azotó las manos con presteza, sin mirarme, su
rostro era una sombra indefinida. Yo tendí las palmas desolladas. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Porque eres mala</i>, me dijo. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Porque eres mala</i>, y la vara se abatió
sobre mi carne. En la escuela los maestros nos hacían desfilar por los
pasillos. Si alguna tropezaba continuaba de rodillas, una mártir diminuta. Las
demás permanecíamos de pie, rígidas, mirábamos al frente con una terquedad
adquirida con los años. El oprobio de las otras no nos concernía. (...)</span><br />
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: white;">. </span></span></div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/02512173199906226616noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-70062696339246167162014-11-10T04:52:00.000-08:002015-02-02T06:21:11.458-08:00Dientes de leche<div style="text-align: justify;">
<i>Dientes de leche</i> es un cuaderno de la infancia. Es la bestia y la pureza, la herida, la memoria que nos pesa cuando crecemos. De nuevo híbrido, de nuevo imagen y voz, fotografía y palabras. La que habla y las poetas, hoy os lo entregamos. Dejad que os muerda.
</div>
<div class="issuuembed" data-configid="4146971/10072411" style="height: 300px; width: 400px;">
</div>
<script async="true" src="//e.issuu.com/embed.js" type="text/javascript"></script>Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-47715189266102573632014-10-27T13:07:00.001-07:002015-03-09T08:31:36.033-07:00<div style="text-align: justify;">
Tenían huesos quebradizos. Se peinaban los cabellos en la noche, largamente, y luego se acostaban en el lecho, exponiendo aquella hermosa desnudez que las vestía. Yo las escuchaba algunas veces, sentada en la quietud de la colina, oía el crepitar de las palabras como insectos agitados, dolientes, heridos de algún mal impronunciable. Tenían el acento de las tierras bajas. El mismo de la madre y también el del hermano, el otro, el hijo muerto y olvidado con el tiempo. Nunca hablaban de aquel niño. De los ojos o las manos, de la risa, de cómo se colgaba de las ramas del castaño. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(...)</div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-4051056479632603882014-10-19T15:48:00.000-07:002015-02-02T06:20:16.855-08:00<div class="_5pbx userContent" data-ft="{"tn":"K"}">
<div style="text-align: justify;">
Ardo
en este bosque inexplorado. Tomo entre mis manos las cortezas, tiernos
tallos que me hieren en las palmas, flores nunca antes alcanzadas por
los hombres. Ardo y la piel se me desprende de la carne. Soy el hueso el
esqueleto de la orquídea, un levísimo temblor entre las hojas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
(...)</div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-88877118455071304792014-09-22T11:30:00.001-07:002015-02-02T06:21:11.461-08:00Yo temía a los hermanosEscribí este cuento en abril, a salvo en la espesura, en ese bosque donde habitan niños y animales. Hoy os lo entrego, es vuestro.<br />
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<div data-configid="4146971/9419201" style="width: 400px; height: 300px;" class="issuuembed"></div><script type="text/javascript" src="//e.issuu.com/embed.js" async="true"></script>Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-62324513721697053752014-06-01T13:40:00.000-07:002015-03-09T08:31:36.037-07:00<div style="text-align: justify;">
Las llamaban las nadadoras. Emergían como la flor de entre las aguas, aquí y allá se las veía, en los lagos y en las fuentes, apenas un atisbo de sus cuerpos. Eran de una raza diferente. En la escuela se dormían, negándose al estudio y a los juegos. Se sentaban al borde del estanque y allí permanecían largas horas, mudas y adoradas, peinándose el cabello con los dedos. Yo las observaba en la distancia. Aquella lejanía de sus voces, de los cuerpos ondeantes en el agua. </div>
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Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-46120810855578269192014-03-27T09:04:00.004-07:002014-03-27T12:03:25.695-07:00<div style="text-align: justify;">
Hay música en la casa. Una música suave, leve, extendida por los cuartos como la voz de la que habla. Los niños duermen en la sala grande. Los cuerpos son ahora un peso en el colchón de pluma, allí reposan como muertos. No escuchan la música, tampoco la voz que como una letanía parece deslizarse por las sábanas. Atienden sólo al sonido de la risa, allá en el sueño, también al animal que corretea por el patio. Ella observa los labios que se abren. El interior de las boquitas, las lenguas que descifran el idioma del durmiente, y cae también en un reposo comedido. Las manos le pesan junto al cuerpo. El vestido, el cabello que trenzado se acomoda en su cabeza. Toda ella se desprende, la desnudez la cubre, una cierta indecorosa palidez en el abdomen y en los pechos. Entonces el niño abre los ojos y la mira. La devora. Es una bestia que transita por su carne. </div>
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Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-71678201172571057502014-02-21T09:13:00.002-08:002015-02-02T06:21:42.621-08:00<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
También yo me sorprendía. Era
temerosa, siempre lo había sido, temía como comía o respiraba. El temor me
alimentaba con su pecho rebosante, acunaba mi cabeza adormecida por las noches.
De niña me escondía debajo de las mesas. Conversaba con el zorro entre las
sombras, mi mano discurría limpiamente por su lomo. Desde allí veía el paso de
las cosas, zapatos deshilados que dejaban huellas en el piso, un perro olvidado
por los padres devorando algún manjar prohibido de la cena. El tiempo
transcurría y yo me aletargaba, negaba mi presencia en los cuartos de la casa.
Entonces una voz cortaba el aire y el zorro huía acobardado. <o:p></o:p></div>
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Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-23851877696290950122013-07-28T11:04:00.002-07:002015-02-02T06:22:15.305-08:00<div style="text-align: justify;">
No era en modo alguno como las otras. Tenía la
belleza, los largos cabellos dorados, las manos veteadas del azul más
asombroso. Tenía como ellas la luz en la mirada, cierta luz perdida por los
hombres hace tiempo y solo reencontrada por medio de su cuerpo, de su amor
salido de otro mundo. Otras tantas cosas la hacían semejante a las muchachas,
ciertas cosas pequeñas o no tanto, pero la suya era otra pasta por entero. Y
así lo comprendían los jóvenes del pueblo, así lo sabía él que la quería. Que
tú eres diferente, le decía, que tú niña valiente te meces como los juncos y no
como las hembras. </div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-31793593690559263202013-05-22T14:06:00.002-07:002013-05-22T14:11:03.633-07:00<div style="text-align: justify;">
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A veces me dormía en los jardines o en las calles, a veces como el animal me encontraban en la plaza. Entonces me decían niña mala, niña sucia que pierde los zapatos. De dónde sales deslucida, de dónde vienes que te sacudes como los perros. Y yo pensaba, de dónde salgo, por qué me escapo de la casa. Por qué no dejo que me peinen los cabellos.
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<span style="font-size: x-small;">(notas sobre algo que está por venir)</span></div>
Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7418167674715207576.post-78858875540465295562013-05-17T07:08:00.000-07:002013-05-17T09:04:46.243-07:00<div style="text-align: justify;">
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Fregábamos arrodilladas los largos pasillos de la casa. Reíamos como jaurías de locos animales, como el niño que no teme pues no sabe. El cubo se volcaba y luego el duelo por la herida. El golpe en la mejilla el eres mala. Lavábamos el cuerpo de las pequeñas en el patio. A veces se reían, a veces las cosquillas llevaban al desastre. Después llegaba el ruego, no me pegues no me dañes. Después llegaba el llanto en la camita y el olor te confortaba.</div>
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Dara Scullyhttp://www.blogger.com/profile/01934935975935135835noreply@blogger.com0